martes, 8 de julio de 2008

Punk de cabaret Brechtiano

Ahora me voy a dedicar a publicar columnas; es más fácil y va más con el espíritu de un blog. Cuando le sepa chido a esto del html y css, o cuando un alma caritativa y programadora se apiade de mi, van a ser columnas de adevis. Por el momento nadamás imagínen que mis columnas están en widescreen.

No soy del tipo de personas que disfruten un musical. La vida no es un jodido cabaret y cuando tu novia te deja no salen veinte tipos con paraguas de la nada a cantar contigo. Es simplemente una de las realidades que no puedo aceptar así nomás. Eso aparte, me sorprende la gente que compra, baja y escucha la banda sonora de los musicales y las pone a la hora de comer, en la carretera, mientras trabaja o antes de dormir. Dejando de lado que tienden a ser composiciones musicales inferiores, se me hace igual que leer un libro ilustrado para niños de maternal. No puedo negar que tengan feeling, pero un solo de guitarra o un cuarteto de cuerdas tienen más.

El poder emotivo de los musicales, en mi opinión, proviene de la saturación de información sincronizada y simultánea que recive la audiencia. Orquesta, sopranos, barítonos, coristas, luces, actores, disfraces, versos y trama dramática. La diferencia con los otros medios audiovisuales proviene de la presencia física del espectador en el espectáculo. Obviamente el hacer un espectáculo de esta magnitud es un trabajo de muchos y mucho tiempo, los antros de menor calibre no se pueden dar estos lujos así que se tienen que agarrar forzosamente del corte Bechtiano. Esto es cuando se rompe la cuarta pared, es decir, la barrera imaginaria que divide a la audiencia del espectáculo. Cada ficción se centra en universo ideal que es paralelo al del espectador, la manera teatral y cinematográfica de representar esto es imaginar ese universo como un cuarto, de ese cuarto vemos tres paredes y la cuarta es por la cual nos estamos asomando, un portal de UN sentido. Bert Brecht fue uno de los pioneros en romper la cuarta pared, metiendo a la audiencia en el espectáculo y viceversa.

Todo esto viene al caso por los Dresden Dolls...

lunes, 7 de julio de 2008

Lo que le pasó al blog pasado.

La mala costumbre de un blogger, además de bloggear, es dejar de bloggear. Los meses se van apilando y mientras tu blog se pudre. Así es, las cosas que se estancan se pudren. No existe nada más orgánico que una idea. No recuerdo ya si eran los mayas o los aztecas los que al cabo de cincuenta y dos años quemaban sus hogares y sus pertenencias para poder empezar de cero. De esta manera ellos renacían, de alguna manera. Además, neblina era pretencioso. Un blog bastante pedante y aburrido. Tenía una sombra que me hacía sentir que si no sonaba a Borges entonces no era publicable.

Este se llama Pinoteca Nacional. Juro que en mis múltiples viajes por la "república" que tiene forma de cuerno de la plenitud me encontré con un letrero que decía eso, igual que con uno que decía "Malkarma". Mis compañeros de viajes dicen que en realidad eran "Maltrata" y "Pinotepan Nacional" y que, quizá si estaba medio ebrio porque no soporto seis horas en una carretera si las cosas no me están dando risa.

No les prometo más coherencia que en los blogs pasados, pero sí una columna semanal.